No me quedan ganas.



De dar explicaciones.
De buscar lo que no encuentro.
De olvidar que existe.
De esperar lo que no llega.

De sentir, de enfadarme, de ilusionarme, de alegrarme, de ser paciente, de hacerme la valiente.
De callar cuando no toca. De sonreír cuando solo me apetece llorar, de ser fuerte por los demás.

Porque creo que no es mucho pedir, que el pasado se quede donde le toca, que el presente sea más sencillo que calcular la masa de la Tierra por el radio del Sol divido por el 25% del radio de la luna y que el futuro sea no sea más lo desconocido, lo que viene después, el mínimo de esperanza que nos haga sentirnos vivos.

No me apetece seguir, es más, no pienso hacerlo. Vale ya de pensar en lo demás y en lo que puedan llegar a inventarse.

Lo que terminó, terminó y no hay más. Fue bonito mientras duró.
Se le acabaron las oportunidades, que te espere y te ponga buena cara, otra.
Olvidad que soy un diccionario de Psicología y acordaos de que yo también puedo tener algún problema.
¿Tiempo? tengo el mismo que vosotros, y encima pierdo un huevo durmiendo. Mi calendario no tiene 30 de Febrero, lo prometo.

Dejadme espacio, echadme menos, pero si os vais, no volváis con excusas.







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